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Reflexiones.

“Habrá que recuperar contenidos”, “con el cierre de colegios se está perdiendo mucha materia”, “sigue buscándote la vida como docente, como si no pasara nada”, “es que nadie puede vivir si no sabe química orgánica”, “ya verás cómo llegan al curso siguiente, sin saber nada”, “el currículo es imprescindible”, “pues con todo esto ganarán los que nunca hacen nada”, “ni virus, ni viras, el curso sigue”, etc,etc,etc.

Todo mentira, todo postureo, todo no querer ver la realidad con el corazón, todo enseñanza de lo ajeno, de lo lejano, del cerebro y de los conceptos, todo subirme al podium del conocimiento elitista y clasista, todo un disimular para no cambiar nada.

Los currículos de este país son tan sumamente nefastos que, año tras año, en muchas asignaturas se repiten los contenidos y conceptos como si no hubiera otra cosa que hacer. Un ejemplo, Lengua castellana y Literatura: ¿cuántas veces dan a lo largo de su vida escolar la puñetera sintaxis? toda su vida.

¿para qué? Para nada. ¿Por qué? Porque es lo que sé hacer como profe, porque continúo una transmisión del conocimiento como me enseñaron, porque el currículo lo marca así sin preguntarse su utilidad.

Cada curso repitiendo lo mismo hasta la saciedad, cada curso mirando la vida desde arriba, desde el análisis frío y “objetivo” de unos materiales alejados de lo humano. Cada curso soltando rollos que aburren hasta al profesorado, cada curso mirando por encima de las cabezas que, colocadas como en el SXIX (se mira al cogote del de delante), piensan y sienten como personas del SXXI.

Y mientras, la verdadera enseñanza, se nos aleja del aula y, mucho más aun, del ordenador y la pantalla de esta teleformación sin sentido ninguno. Nos inundan las empresas tecnológicas, que estarán, me imagino, viendo el filón del siglo en esta pandemia. Nos llenamos de plataformas, aplicaciones y demás para llegar, otra vez, a los cerebros. Y olvidamos los corazones.

Empiezo a estar harta de quienes solo ven la educación como una enorme Wikipedia en la que almacenar conceptos, contenidos y frialdades.

La verdadera educación es la coeducación, la que va a aprender a analizarnos como personas, nuestra construcción en este mundo cambiante, nuestro posicionamiento como hombres y como mujeres en un mundo que transita por el mercantilismo y el consumismo feroz.

Aprende a construirte como persona y así podrás aprender a construir un mundo para todos y todas. Pero no, seguimos con los deberes, los contenidos, las correcciones en rojo, el castigo del error. Vamos mal, vamos mal.

Marian Moreno Llaneza

 Profesora y formadora en coeducación.

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